Los dos reyes y los dos ejércitos
Variación de “Los dos reyes y los dos laberintos” de Jorge Luis Borges
(Fragmento)
Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los recientes días hubo un rey de las islas de Babilonia que formó el más potente ejército jamás visto, modernos aviones de combate, una tropa de millares de soldados, el armamento más sofisticado, la tecnología más avanzada y una vasta red de espionaje. Aquel ejército era un escándalo, porque la grandeza y el poderío son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Construyó un soberbio palacio, con dos altísimas torres, muy próximas entre sí, que destacaban en medio del desierto. En una de ellas vivía la corte real y en la otra los generales de su tropa.
Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia organizó en su honor un gran desfile del ejército y unas maniobras en pleno desierto. Al llegar la noche el rey de Arabia se retiró a descansar a su tienda del campamento militar. En medio del sueño le despertó bruscamente unos estruendos de bombas y proyectiles, que caían cerca. El rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) había ordenado un ataque fingido sobre el monarca árabe. Éste, creyendo que su vida corría peligro y viendo que los soldados que le custodiaban huían, echó a correr por el desierto (sin poder oír las risotadas de su anfitrión, que observaba toda la operación con unos prismáticos desde lo alto de una colina). Vagó por las dunas, aterrorizado y perdido, hasta el declinar de la tarde del día siguiente. Entonces imploró socorro divino y consiguió dar con el camino a palacio. Sus labios no profirieron queja alguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él tenía un ejército más poderoso en su reino y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia. [...]
© Antonio Gómez Hueso