ALGUNOS POEMAS DE
FLUJO DE MAR EN LOS SUEÑOS
imago mortis
cuando se hayan perdido
las películas de Fellini,
los discursos de Zaratustra,
la música de Mozart
o la fantasía pétrea de Miguel Ángel,
—tan sólo por citar a unos pocos—,
cuando sólo quede polvo
donde otrora se erigió la catedral de Santiago,
cuando nunca más florezcan rosas,
o vuelen las cenizas de la última biblioteca?
¿Cómo serán los amaneceres,
qué desconocidos árboles nos acogerán,
qué montañas, qué ríos, qué seres?
¿Cómo se iniciará otra Historia Universal,
qué guerras nos asolarán,
cuántas razas, lenguas y naciones,
desastres, credos y civilizaciones?
¿Cómo empezaremos a revivir,
qué descubrimientos nos maravillarán,
cuántos sorprendentes inventos?
Morirse para comprobar que uno no acaba,
pero sí las cosas del tiempo.
Morirse para saber todo lo ignorado,
para reconocerse perfecto.
Morirse para descubrir
que uno no se ido,
sino que ha vuelto.
***
la felicidad ausente
El ámbito de la realidad nos desconcierta.
No entendemos esta mecánica divina:
la evidencia del presente nunca germina,
brotan los ramajes de lo venidero,
permanecen las raíces de lo añejo.
No acertamos a vislumbrar
que el milagro sea eterno
y que nada pueda sorprender más,
en nuestra existencia hueca,
que la misma vida,
llena, plena, entera.
***
oteando el amor
Desde tu horizonte me miro
y en la ternura te encuentro
barboteando sobre el lecho,
como naves a la deriva,
como aves revoloteando,
dos sombras iluminan el techo
de la vieja alcoba,
la de los viajes al cielo,
la de las sinfonías de pasión
que escribieron nuestros cuerpos.
Desde tu inmensidad me siento
y florezco de nuevo,
sobrevolando el firmamento,
como jirones de placer,
como ascuas ardiendo,
el amor se filtra por el cemento
de la vetusta estancia,
la de los furtivos encuentros,
la de los mares de amor
que bendijeron nuestros besos.
***
Algunas FUGACIDADES
CCXXXVII
Si el mar recordara,
nada existiría.
Y nosotros,
con nuestras añoranzas,
pasamos de largo
frente a la eternidad de las aguas.
CCXL
La Historia es la mentira más monumental
que el hombre ha contado.
CCXLIX
La música más sublime no es sino
una burda intromisión en la intimidad del silencio.
CCLVI
Con mi silencio opino,
con mi hoja en blanco me defino.
Cuando mi ego se va
aparece el hombre que llevo conmigo.
CCLVII
Oír lo que no se dice,
ver lo que no se muestra,
entender lo que no se explica:
el secreto de la sabiduría
CCLVIII
Saber
cada vez menos
es ser feliz
cada vez más.
CCLIX
Transparente es mi propósito vital:
lo subordino todo al camino y al andar.
Metafísico es mi pronunciamiento:
me dejo llevar.
De la nada tomo el nombre
para, hasta el final, ser hombre.
Y nada más.
CCLXVIII
Digo yo
que entre los días y los cielos,
los universos y los micro mundos,
debe haber un hueco
para anidar contigo
y morirnos luego.
CCLXXI
La vida es frágil,
la muerte es fuerte.
La vida posee el instante,
la muerte, la eternidad.
Nunca las enfrente.
CCLXXVIII
Sal de la búsqueda y encontrarás;
sal del conocimiento y sabrás;
sal del deseo y gozarás.
Sal de ti y te conocerás.
CCLXXXII
No tenemos tiempo para detenernos
y comprobar que las aguas del río de Heráclito
son siempre distintas.
Tampoco podemos trazar un plan
para el “conócete a ti mismo” socrático.
Pienso, luego no existo.
© Antonio Gómez Hueso.
Ilustraciones de Antonio Cañada Pulido