EL TEATRO DE ANTONIO GÓMEZ HUESO
Por ANTONIO CRUZ CASADO
Catedrático de Lengua y Literatura Española
I.B. "Marqués de Comares", LUCENA
Las obras que componen este primer volumen teatral de Antonio Gómez Hueso pertenecen al género de las piezas cortas.
El teatro breve presenta peculiares características, así como dificultades específicas, a la hora de su creación. La problemática de este tipo dc obras, al que la crítica no ha dedicado la suficiente atención, se relaciona sobre todo con su escasa duración, hecho que fuerza a una condensación, tanto expresiva como argumental, de los recursos teatrales del escritor. De ahí deriva, creemos, su dificultad y la relativamente poca proliferación que entre los autores dramáticos actuales tiene el género.
Sin embargo, la literatura española ha sido en los siglos pasados rica en obras teatrales cortas; baste recordar los autos sacramentales del Siglo de Oro, los entremeses y los sainetes decimonónicos. Claro que la mayor parte de estas piezas, excepto el auto sacramental que era el eje de un espectáculo religioso 1, servían como complemento a una obra más extensa.
Un período interesante en el resurgir del teatro corto se produce en la década de los setenta, coincidiendo con el nacimiento de la democracia; nos referimos a las piezas de café-teatro, que tanto auge tuvieron no hace muchos años y que actualmente han pasado a formar parte de nuestra historia literaria reciente, en espera del estudioso que explique las causas de su aparición y su pérdida, así como sus características.
El teatro corto tiende a ser considerado como "una acción dramática planteada, desarrollada y desenlazada de un modo completo, sin interrupciones y guardando la unidad de lugar" 2.
En este tipo de obras al espectador se le introduce directamente en la acción, empleando para ello algo parecido al recurso clásico del comienzo in media res, sin preliminares ni conversaciones entre criados que le pongan en antecedentes de los hechos, método este bastante repetido en la comedia burguesa de principios de siglo. A veces en el teatro corto ocurre que las causas del comportamiento de los personajes se nos ocultan deliberadamente y solo tienen una explicación plausible casi al final de la obra, en tanto que en otras ocasiones los datos necesarios para el seguimiento de la trama permanecen en la sombra, exigiendo en el espectador un esfuerzo mayor de comprensión o una reinvención personal del resto de la historia. El fragmentarismo de la pieza breve, así como su reducida extensión, ofrece cierta idoneidad para que en ella se utilicen los juegos con el tiempo, a la manera de un Priestley, por ejemplo, como aparece en algunas piezas de este volumen.
En contra de la definición apuntada arriba, el teatro corto no guarda en nuestra época la unidad de lugar; los medios escenográficos, especialmente los derivados de la luminotecnia, han provocado una ruptura casi completa con la vieja idea, puesto que para modificar el lugar de la acción, en una pieza de carácter no excesivamente realista, sólo se requiere un efecto de luces y sonidos que provoque en el espectador la ilusión de un nuevo lugar; este efecto está artísticamente sugerido en Antonio, la primera obra que reseñamos.
Quizá la convención teatral que respete con más regularidad la pieza corta sea la unidad de acción, rasgo derivado de la poca extensión de este tipo de obras. Con frecuencia el autor reduce su pieza a una sola trama argumental, incidiendo de pasada en aquellos aspectos que pueden llamar más la atención del público del momento.
Estas características, que consideramos inherentes a numerosos ejemplos del teatro corto, conforman también en líneas generales la labor teatral de Antonio Gómez recogida en este libro.
Nacido en Torredonjimeno (Jaén), en 1953, este joven escritor comparte su labor educativa en la EGB con una firme afición por la creación literaria, en la que ha dado ya interesantes muestras, tanto en el teatro como en la narración.
Su preocupación por la literatura es bastante lejana, si eso puede decirse de un autor joven, puesto que desde su adolescencia se sintió atraído por diversas modalidades de creación, de las que dio muestras en algunas revistas universitarias.
Aunque su labor más importante se manifieste en el terreno del teatro, no descuida otros aspectos como el artículo periodístico 3, la novela 4, el cuento 5 o la poesía 6.
Una de sus primeras piezas se tituló Negrocarbón y las Siete Gígantas, y es una obra destinada a un público infantil en la que recrea y modifica, mediante un procedimiento alegórico, un relato conocido, en el que acentúa al mismo tiempo el carácter educativo. La obra fue finalista del premio de Teatro Infantil Barahona de Soto en 1980.
Además de las obras que componen este volumen, Gómez Hueso guarda inéditas otras piezas teatrales, como Reunión de dioses, hombre muerto o Iznájar 1983. Esta última también resultó finalista del premio de Teatro Corto Barahona de Soto en 1983 y, desde nuestro punto de vista, es una de sus piezas más interesantes; en ella encontramos una mezcla sorprendente de elementos líricos y dramáticos, tejidos en torno a un suceso ocurrido realmente, ambientado con ciertos elementos misteriosos que le prestan una acentuada tensión teatral. Entre los proyectos del autor, que en algún caso son ya realidades, hay que mencionar una pieza en torno a Federico García Lorca que, junto con otra dedicada a Miguel Hernández y Antonio, que da hoy a luz, formarían una trilogía dramática acerca de tres de las personalidades más interesantes de nuestra literatura reciente.
Sin embargo, Antonio Gómez Hueso ha seleccionado solamente tres obras para su publicación: Antonio, Un día de tantos y Noches.
Estas piezas son muy distintas entre sí y nos presentan un autor dúctil, de variados registros, capaz de extraer elementos teatrales de muy diversas esferas. Así, si en la primera predominan las connotaciones procedentes del mundo de lo histórico-literario, en la segunda se acentúan los rasgos que se derivan de las peculiaridades de nuestra sociedad y política actuales, en tanto que en la última obra se dan cita una serie de secuencias fantásticas y otras que remiten a la propia creación literaria, con lo que el mundo de referencias internas de la pieza adquiere un sentido circular, cercano en alguna ocasión a lo metaliterario.
Quizá la pieza más interesante de esta primera entrega sea la que encabeza el volumen, Antonio, que tiene ya un largo recorrido de representaciones y de éxitos desde la fecha de su estreno en mayo de 1983, sobre todo en circuitos culturales y educativos, hasta este su primer contacto con un público lector más amplio.
El autor subtitula su obra "Introspección mágico-histórica en un acto" e, indudablemente, el sentido introspectivo, la visión interna del alma del personaje principal, Antonio Machado, llena toda la pieza. Entre la evocación y la recreación lírica, con el tiempo detenido un 22 de febrero de 1939, asistimos de una manera mágica a los últimos pensamientos, las últimas imaginaciones del gran poeta muerto en el exilio. Los juegos escénicos con el tiempo, así como los frecuentes cambios de lugar, prestan un aire moderno a la representación que adolece, en algunas ocasiones, de los necesarios parlamentos narrativos de la Vieja Dama, más bien largos y que quitan dinamismo a la acción. Sin embargo, su empleo viene impuesto por ese intento de conciliación de la verdad histórica con la verdad poética.
El personaje de la Vieja Dama tiene un abolengo claramente simbolista;baste recordar su aparición en el teatro de Maeterlinck, a la manera de una presencia gravitante en La Intrusa, retomada más tarde por algún oscuro seguidor español, como Ramón Goy de Silva, concretada entonces en la altiva Reina Silencio, y el teatro de Alejandro Casona, cuya Peregrina en La danza del alba, es una de las más sugestivas creaciones de la escena española moderna. En Antonio, la Vieja Dama se presenta como interlocutor del personaje principal y actúa como narradora en numerosos pasajes de la obra.
El tono machadiano de la pieza está magistralmente conseguido, tanto por medio de la creación de un ambiente histórico acorde con la realidad biográfica del poeta, como por la inclusión de fragmentos y alusiones significativas tomados directamente de la obra literaria de Antonio Machado.
En su parlamento inicial la Vieja Dama se refiere en varias ocasiones al "último hombre bueno" o a "nuestro benévolo poeta", en alusión implícita a uno de los poemas más conocidos de Machado, "Retrato" 7 que figura al frente de Campos de Castilla. Otras veces se trata de secuencias líricas, entrecomilladas en el texto, que prestan emoción poética a la escena:
"España de charanga y pandereta" 8
"Nave que nunca ha de tornar" 9
"Al borde del sendero un día nos sentamos" 10
Casi siempre es este personaje el encargado de introducir estos rasgos machadianos. En este sentido hay que recordar determinados fragmentos:
"Y cuando llegue el día del último viaje" 11
"Sentí tu mano en la mía" 12
"Cuando murió su amada» 13
"Y en la tersa arena" 14,
que componen un muestrario del Machado sentimental e íntimo, evocado en versos seleccionados que abarcan desde la segunda edición de Soledades, titulada entonces Soledades, galerías y otros poemas, hasta De un cancionero apócrifo, aunque el libro al que se recurre con más frecuencia sea Campos de Castilla, quizá el más representativo de toda la producción literaria del poeta.
En boca del personaje de Antonio también se pone un poema alusivo a su biografía personal:
"Una noche de verano" 15
que vertebra la obra al sintetizar sus relaciones sentimentales con Leonor. Intercalado dramáticamente en un momento inicial de la acción resulta una de las secuencias más líricas de la pieza; en él aparece ya prefigurado el personaje de la Vieja Dama.
Además de los mencionados son muy numerosos los motivos machadianos 16 en Antonio, tomados no sólo de su producción lírica sino también de su correspondencia privada con Pilar de Valderrama, Guiomar, e incluso de su obra en prosa. En este sentido hay que mencionar uno de los detalles más afortunados: la boda de Guiomar y Machado, oficiada por Unamuno a los acordes de la Marsellesa, dato tomado de una carta a Guiomar 17. Por otra parte, se saca a colación al Antonio Machado apócrifo, que muere en Huesca 18, elemento que aparece en Los complementarios, obra en prosa del escritor.
Incluso se incrustan en el texto unos versos auténticos de Pilar de Valderrama, seguramente alusivos a Machado 19, que acrecientan la veracidad y el lirismo de la representación teatral.
Pero todos estos elementos aparecen trascendidos en la obra en cuestión, en la que funcionan a manera de resortes mnemotécnicos que catapultan al espectador hacia una densa atmósfera evocativa, en la que las figuras de Antonio, Leonor y Guiomar cobran vida al conjunto mágico de la palabra poética.
Otro dramaturgo actual, Antonio Gala, se ha preocupado también por la recreación biográfica en torno al poeta Antonio Machado 20. Gala, al igual que Antonio Gómez Hueso, incluye numerosos textos machadianos en su guión televisivo, pero esta obra presenta más aspectos biográficos, se atiene más a los datos históricos, en tanto que la pieza de Gómez Hueso es más teatral y, desde luego, más creativa.
Indudablemente entre ambas obras, diferentes como los distintos medios a que van destinadas, hay algunas coincidencias. También Gala toma fragmentos del poema "A un olmo seco" 21 y, de manera incompleta, emplea el poema alusivo a la muerte de Leonor, "Una noche de verano" 22 . Y en tanto que en las dos recreaciones de la vida del poeta está presente Guiomar como personaje autónomo, Gala sólo se refiere a Leonor, por boca de Machado, como a una figura pasada, sumida en el recuerdo, mientras que en la obra deAntonio Gómez Hueso su presencia es real, como un personaje concreto, confundida a veces con Guiomar y, sin embargo, diferente de ella. Podría pensarse en términos machadianos que Leonor y Guiomar actúan como partes complementarias de la mujer ideal que soñó el poeta.
Acompañan a esta obra teatral dos piezas más. igualmente breves, aunque de un sentido diferente al de Antonio.
Un día de tantos es una obra más actual, en cuanto que trata problemas de nuestra realidad más inmediata. En ella encontramos referencias diversas a temas acuciantes de este momento histórico, como el paro, el aborto, la política o la absorción de las empresas nacionales por las poderosas multinacionales.
Sin embargo, el tema resulta algo anecdótico e incluso cae a veces en el tópico fácil de la comedia rosa, como en la presentación de la relación amorosa entre la secretaria y el jefe.
Con todo, no es, creemos, una obra desdeñable. La técnica teatral es depurada y moderna. Todo ocurre entre dos fragmentos del discurso de un político. Ese personaje ha ido subiendo en la escala social gracias a sus actividades demagógicas, pero al mismo tiempo ha ido perdiendo humanidad y convirtiéndose en un ser insensible y egoísta. Además a lo largo de la trama se pone de relieve la vaciedad de determinadas fórmulas retóricas que terminan por quedarse inoperantes si no van acompañadas de hechos, relegadas al terreno de las elucubraciones y de los gestos carentes de significado.
Otro elemento a destacar es la fluidez en el diálogo, el tono conversacional corriente entre los personajes, algo difícil de lograr y que presta a la acción naturalidad y dinamismo.
La obra que cierra el volumen, Noches, se presenta dividida en dos partes o dos noches, como subtitula el autor. La primera noche está orientada hacia el pasado, en tanto que la segunda mira hacia el futuro, hacia un porvenir de carácter más bien fantástico y lleno de rasgos literarios. Aunque los personajes protagonistas se presenten con nombres diferentes, un pintor en la primera y un escritor en la segunda, creemos que se trata de la misma situación dramática bajo una óptica doble; todo parece remitir al problema del artista enfrentado, en cierto sentido, con su creación.
Sin duda se trata de una aportación interesante, aunque el complejo sistema de referencias internas a otras obras del autor 23 dificulte en algunos momentos la comprensión de ambas piezas. Quizá la más atractiva sea la segunda noche, en la que los personajes novelescos del escritor se oponen, como un Augusto Pérez unamuniano, al destino trazado por la voluntad de su creador. Aunque este planteamiento literario no es nuevo, pensemos en Unamuno o Pirandello, o incluso en Calderón, Antonio Gómez Hueso sabe dotarlo de una frescura y de un ritmo escénico acorde con el contenido.
Con estas aportaciones a la escena de nuestra época, Antonio Gómez se nos presenta como autor conocedor dc nuestro pasado (Antonio), consciente de los problemas y las realidades sociales del mundo en que vivimos (Un día de tantos) y preocupado por la creación artística en cuanto proceso que apunta hacia un porvenir esperanzado (Noches). Pasado, presente y futuro aparecen representados en estas tres obritas con las que un autor novel llama a las puertas de la república literaria española.
Saludemos en las breves piezas que componen este libro a un escritor lúcido que nos ofrece hoy estos frutos tempranos de su producción literaria que será, como esperamos y deseamos, una espléndida madurez en los años que se avecinan.
Lucena, abril de 1985.
NOTAS.
1 Vid. Pedro Calderón de la Barca, Una fiesta sacramental barroca, de. José Mª Díez Borque, Madrid, Taurus, 1983.
2 Nicolás González Ruiz, ed.,Antología de piezas cortas de teatro, Barcelona, Labor, 1965, tomo 1, p. 4.
3 Vid., por ejemplo, unas últimas muestras en diario JAEN "1986: el año de Lorca", 7 de marzo de 1985, p. 12.; "Sobre conciertos y desconciertos", 24-VII-85. p. 12; "Karpov-Kasparov: otra historia interminable", 31-VII-85, p. 12.
4 Actualmente escribe la que el autor considera su primera novela, titulada "...De paso".
5 Entre sus aportaciones al cuento infantil hay que mencionar Negrocarbón y las Siete Gigantas, de próxima aparición en librerías, que tuvo también una redacción como obra de teatro para niños.
6 Su primer libro, "El Vacío al desnudo", ha sido editado por la editorial EL PAISAJE de Aranguren (Vizcaya); 2º Premio Gemma 1985.
7 "y, mas que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno".
Antonio Machado, Poesía, Barcelona, Seix Barral, 1983, p. 69.
8 Perteneciente al poema "El mañana efímero, de Campos de Castilla. op. cit., p. 148.
9 Del poema "Retrato", Campos de Castilla, op. cit., p. 70.
10 Poema incluido en la segunda edición de Soledades, op. cit., p. 27.
11 "Retrato", Campos de Castilla, op. cit. p. 70.
12 Poema "Soñé que tú me llevabas", Campos de Castilla, op. cit., p 128.
13 "Los ojos", Nuevas canciones. De un cancionero apócrifo, ed. José Mª Valverde, Madrid, Castalia, 1971, p. 156.
14 De "Otras canciones a Guiomar", De un cancionero apócrifo, ed. J. M. Valverde, op. cit., p. 253.
15 Campos de Castilla, op. cit., p. 129.
16 Sin ánimo de exhaustividad se podrían citar, entre los restantes elementos machadianos, la referencia a la marcada preferencia de Machado por las tardes, tan presentes en su poesía y que la Vieja Dama comenta; la referencia al "milagro de la primavera", último verso del poema "A un olmo seco", Campos de Castilla, op. cit., p. 124; "Don Guido", personaje típico de la poesía satírica de Machado, que aparece en "Llanto de las virtudes y coplas por la muerte de don Guido"), Campos de Castilla, op. cit., p. 144 y Ss.; la expresión "son sus ojos", que anuncia ya el poema siguiente, "Cuando murió su amada", cit.; el verso "al volver la vista atrás", procedentes del poemilla XXIX, en la sección "Proverbios y cantares", Campos de Castilla, op. cit., p. 154; la "España de charanga", de "El mañana efímero", Campos de Castilla, cit., o las diferentes menciones de "su último viaje", "el viaje va a comenzar", etc., procedentes del "Retrato". Hay también una referencia de carácter histórico a los últimos poemas de Antonio Machado que desaparecieron en el camino hacia el exilio, al cruzar la frontera francesa; sobre este tema y sobre los últimos poemas del escritor se ha escrito bastante. Cfr., por ejemplo, Francisco López Estrada, "El último verso de Antonio Machado", Ínsula, 400-401, marzo-abril, 1980, p. 5, sobre el verso "Estos días azules y este sol de la infancia", que José Machado encontró en un papel, metido en el bolsillo de un viejo gabán de su hermano; o el estudio más amplio de Bernard Sesé Antonio Machado (1875-1939), Madrid, Gredos, 1980, vol.II; cap. XXVII, "Las poesías de guerra. El exilio y la muerte", pp. 845-873.
17 (Madrid, sin fecha). "Y he soñado que estábamos juntos en Segovia, paseando de noche por los claustros de El Parral. Allí nos encontramos a don Miguel de Unamuno vestido de fraile cantando La Marsellesa. ¿Qué te parece el sueño? Después nos cogió de la mano, nos llevó al altar mayor, nos echóuna bendición y desapareció", Pilar de Valderrama, Sí, soy Guiomar. Memorias de mi vida, Barcelona, Plaza y Janés, 1981, p. 352. Antonio Gómez Hueso no pudo conocer el texto citado por medio de este libro, que se distribuyó muy tarde en las librerías, sino que lo tomó de otro estudio, donde también se incluye esta carta y unos comentarios: José Mª Moreiro, Guiomar, un amor imposible de Machado, Madrid, Espasa Calpe. 1982, p. 166.
18 Antonio Machado, Los complementarios, ed. Manuel Alvar, Madrid, Cátedra, 1980, p. 225.
19 Los versos están en orden inverso al de la composición original de Pilar de Valderrama y pertenecen al poema "Recuerdo", del libro Espacio, Obra poética, Madrid, Siler, 1958, p. 217. Estos fragmentos han sido reproducidos por José Mª Moreiro, Guiomar, un amor imposible de Machado, op. cit., p. 39, de donde seguramente los tomó el autor.
20 Antonio Gala, Paisaje andaluz con figuras, Biblioteca de la Cultura Andaluza, I, Granada, Ed. Andaluzas Unidas, 1984, pp- 179-202.
21 Idem, p. 190.
22Idem.
23 Concretamente, en Noche retrospectiva encontramos a los personajes del cuento Recordando a Flor, que evocan, años después, los sucesos descritos en la narración. En Noche Póstuma se hace referencia a la novela . . De paso, apareciendo igualmente los personajes principales de la misma (Irene y Enrique) enfrentados al supremo ente Escritor, una metamorfosis del Pintor de la primera noche, lo que se deduce al comprobar que las experiencias de ambos con Flor son idénticas.