MANUEL BUENO CARPIO

   

        

 

           Silencio. Recogimiento.

Hoy nos toca ser peregrinos. Peregrinos por el camino evocador de la infancia, por una ruta sentimental de calles, por esta senda de corazones quietos, abriendo callejas y rincones. Podemos empezar en cualquier sitio, podemos terminar en cualquier lugar: el destino no importa… sólo el caminar.

Silencio. El Puente. Adelante ya.

El artista guía de peregrinos, Manuel Bueno Carpio, nos lleva de la mano gentilmente por este barrio mágico, esencia y personalidad tosiriana. Hay mucho amor desparramado en estos dibujos, hay una nostalgia dulce y poética que comunicar, hay un duende escondido que sella el encanto del Puente. El artista no ha situado ninguna figura humana en su obra, no quiere que nos distraigamos de lo importante: la belleza del sitio, la desnudez del rincón. Él pone el paisaje: nosotros, la evocación.

Silencio. Emoción.

Caminad despacio. No hay prisas. Bebed pausadamente, como el buen vino, el embrujo del lugar. No desfilan monumentales edificios, sino corazones blancos de cal. El puente es modesto y sólo desnuda su belleza a aquellos que aman la grandeza de la simplicidad. El artista guía de peregrinos sabe esta verdad y así nos la cuenta con sus dedos maestros, con sus horas de dedicación, con su amor. Él es tosiriano y ha querido recrear sus días de infancia, buscar la esencia de aquellas vivencias únicas, verdadera patria del hombre —como escribiría Rilke—, y ofrecérnosla para nuestro goce. No hay regalo más noble que escarbar en los recuerdos colectivos y ponerlos al alcance de los demás.

Tintoreros, Pozuelo, Cantera, Puerta de Martos, Calvario, Muralla, Quebradas… recovecos ancestrales, cuna de ecos bulliciosos, escenario sin igual. El artista ha hecho su labor con finura, con delicada armonía, con una minuciosidad que nace del amor al detalle, que aquí es grandiosidad. Cada casa (por modesta que sea), cada tejado (por común que sea), cada piedra (por antigua que sea), cada adoquín (por insignificante que sea), ocupa su lugar en esta maravillosa reconstrucción estética. La plumilla ha guardado una pulcra fidelidad a lo real, pero ha imprimido también un cierto aire poético y un idealismo que se oculta en las rendijas de puertas y ventanas. Los volúmenes aparecen esbeltos, con el merecido orgullo que otorgan los siglos y hay luz, una deliciosa y suave luminosidad que no hiere al paisaje, sino que lo realza más.

Silencio porque reposan los sueños, porque tras las penumbras curiosean nuestro peregrinar ánimas tosirianas de un tiempo más allá. Silencio porque todavía vibran las voces, porque el recuerdo puja por brotar. Silencio. Es el Puente. Es nuestra identidad.

 

Del catálogo de la exposición "Dibujos: Barrio antiguo de Torredonjimeno". Sala de Exposiciones de Torredonjimeno, 1992.

 

Los artistas Manuel Campos Carpio, Ángel Sierra Tirao, Manuel Bueno Carpio, José López Arjona y Manuel Molina Zufía, junto con Antonio Gómez Hueso (de pie).

 

Para saber más sobre Manuel Bueno Carpio: